Estaba en el apex del plano abierto cuando empecé a rotar por la olla de arena. Era un traslador de microvolcanes y craterismas. A ese rotor lo llamamos máquina. A veces animal.
Cuando hay brazos de arena hundiéndose en la esferación de los contornos hay las vías para la incantación del seleno caminar.
Arbustales de dos a tres metros de altura y montículos, prisman del éter la bruma que los alimenta. De esos hilachales, telas, hila en un recodo la Iatropapisa extraída de los árboles.
El laberintío hace y deshace animales de ipso facta poda, en el trans de unas llamaciones que alcanzan las estrellas.
Cuando hay brazos de arena hundiéndose en la esferación de los contornos hay las vías para la incantación del seleno caminar.
Arbustales de dos a tres metros de altura y montículos, prisman del éter la bruma que los alimenta. De esos hilachales, telas, hila en un recodo la Iatropapisa extraída de los árboles.
El laberintío hace y deshace animales de ipso facta poda, en el trans de unas llamaciones que alcanzan las estrellas.
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